Otros soñadores.

sábado, 29 de octubre de 2011

Un milagro inconfesable escondido entre las sábanas.

Pero la luna caía. Su cabello castaño ya era casi un cabello oscuro sin destellos, y sus ojos alumbrados por la escasa luz de la calle animaban a una noche. No pedían nada más que una noche. Noche secreta, un secreto tras las sábanas de aquel cuarto con las paredes violetas. De decisiones rápidas fueron creadas las buenas historias para el recuerdo. Prisa no había ninguna, pero en algún momento esa noche se convertiría en día, ese cabello sin destellos en un cabello casi iridiscente, las miradas cómplices en un pacto, y eso solo podía suceder esa noche. Ninguna otra. Por alguna razón, esa noche cerraron el pacto, cerrando el miedo a fracasar. Escasas horas para levantar las persianas de la habitación pero sus dos cuerpos seguían ahí, parados en medio de la calle, esperando tal vez un milagro, una señal, pero a veces hay que empujarse a uno mismo, y no esperar a que alguien lo haga por ti. El empujón fue tan fuerte que escasos segundos después las sonrisas cómplices se perdían tras la almohada. Una noche. una noche que ya se había convertido en día. Un "buenos días amor" un café francés, las llaves, y la despedida. Una historia más que contar, una pasión para revivir día tras día, y un milagro inconfesable. 

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